top of page

​

*Este texto lo escribí en diciembre de 2015, tras un periodo "tranquilo" que duró a penas 9 meses y en el que, aún así, tuve 10 vértigos y 5 Tumarkines a lo largo de los meses de septiembre y octubre.

 

En febrero de 2016 recaí con un Tumarkin y un vértigo que duró más de 24 horas y que no fue más que el comienzo del gran declive. Y aún así, también salí de ésta... Para más información, pincha aquí.

¡Qué difícil es vivir con Menière!*

...¡y que me lo digan a mí! Es maravilloso cómo el cerebro nos ayuda a convencernos de que es imposible lo posible. Cómo nos engaña…

 

Y eso es lo que me pasó a mí: durante cuatro años estuve tan hecha polvo por esta enfermedad, con vértigos constantes, inestabilidad muy fuerte y otros síntomas que no me dejaban hacer vida normal (hiperacusia, migrañas, contracturas, fotofobia…), que creí que esto se me hacía tan grande que no iba a poder con ello. Pero pude, con mucha persistencia. Y ahora hago una vida casi normal.

 

Mi nombre es Marta, cumplí 31 años a finales del 2015 y tengo síndrome de Menière desde febrero de 2009, cinco meses después de acabar la carrera de Magisterio, aunque no supieron diagnosticármelo hasta finales de ese año, por lo cual intenté seguir con mi vida normal sin éxito, creyendo que seguía siendo la misma, desconociendo aún que todo había cambiado.

 

Creo que lo primero que me hubiera gustado saber en aquel momento es que ya nada volverá a ser igual, porque mi vida ha cambiado como cambia la de todos con el paso de los años, pero con el matiz de que he tenido que aprender a conocer lo que implica vivir con Menière y a reconocerme a mí misma con esta enfermedad, con sus ventajas e inconvenientes.

Ahora no puedo hacer cosas que hacía antes, pero poco a poco he vuelto a coger las riendas de mi vida, esas que algunos creemos perder cuando nos llega el Menière de manera muy violenta y, habiendo hecho una buena reflexión al respecto, creo que ahora no sabría reconocerme sin esta enfermedad porque ya forma parte de mí. Ojalá no la tuviera, pero si la tengo, al menos la conozco y sé reconocer lo que me pasa, cuándo y cómo remediarlo.

 

A diferencia de antes, ahora necesito una rutina diaria respecto a las horas de sueño (que no me puedo saltar porque me pongo mala con vértigos), evito organizar o participar en varias actividades en el mismo día porque me agoto mucho antes que cualquier otra persona, estoy más en forma porque hago ejercicio dos horas a la semana para recuperar la estabilidad (en un año es increíble lo que he mejorado), he aprendido a socializar de manera diferente, me he dado cuenta de cómo son las personas que me rodean, he podido reinventarme y trabajar acorde a mi segunda vocación que es el mundo de la cooperación, hago dieta hiposódica, sigo viajando pero con precauciones de todo tipo (sólo cojo aviones por la tarde para que al llegar al destino pueda meterme en la cama directamente a dormir hasta el día siguiente, viajo con unos cascos que me insonorizan el ruido exterior y a la vez otros con música desensibilizadora, si voy a un lugar frío me llevo orejeras y gorro para cubrirme las orejas, etcétera) y un sinfín de cosas que quizás sin Menière podría o no podría hacer, quién sabe...

​

No me importa cómo era yo antes ni el sufrimiento vivido hasta que he conseguido la estabilidad. Lo importante para mí es que, cuando tengo vértigos y me desespero, debo recordar siempre que la primera estabilidad que tengo encontrar es la de mi mente, que es la primera que se me pone en contra cuando más la necesito. Controlando el cuerpo y la mente, se sale adelante.

 

¡Ánimo!

bottom of page