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Mejorando nuestro día a día

En este apartado os muestro un listado con recomendaciones para mejorar el día a día de una persona con síndrome de Ménière. Todas ellas son sugerencias que he recibido yo misma de especialistas o personas con esta enfermedad que las llevan a cabo y les ha ido bien. No debemos olvidar, por tanto, que no son consejos médicos personalizados ni aptos para todo el mundo, por lo que sugiero tomarlas todas ellas como opción y no como obligación ni única verdad.

Para la hipoacusia

Dependiendo del grado de pérdida de audición, si ésta empieza a dificultarnos especialmente nuestra vida social y laboral, es recomendable combatir la hipoacusia con el uso de audífonos. Los hay de distintas formas, colores y usos, dependiendo de para qué se necesiten, e incluso algunos llevan un mando para controlar el volumen.

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Pero incluso si la pérdida es severa o profunda (si sólo se empieza a escuchar a partir de los 70 dB), en ocasiones los audífonos no son la solución y se puede recurrir a los implantes cocleares, un dispositivo electrónico que sustituye la función del oído interno dañado y que, al contrario de los audífonos que amplifican el sonido, los implantes realizan el trabajo de las partes dañadas del oído interno (cóclea) para proporcionar señales sonoras al cerebro. Estos requieren una intervención quirúrgica, por lo que la decisión de llevar uno no es sólo nuestra, sino que los especialistas antes deben hacernos una serie de pruebas para comprobar si somos aptos para llevarlo y es desde luego la última opción. 

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La lectura labial también nos puede ayudar en la comprensión de una conversación en un lugar ruidoso. Existen asociaciones y otros organismos donde se puede acudir a cursos en los que te enseñan a hacerlo, pero también se puede hacer de manera autodidacta, practicando mientras se va por ejemplo en transporte público o cada vez que hablas con alguien, mirándole a la boca y fijándote en su vocalización. También ayuda a cantar una canción delante de un espejo para vernos a nosotros mismos vocalizando y así aprender cómo se hace y distinguir cada fonema.

Para los acúfenos

Cuando los acúfenos están a un volumen insoportable, pueden indicar varias cosas a tener en cuenta. Suele aumentar el volumen cuando nos sentimos cansados, estresados, si nos hemos expuesto a ruidos fuertes, si tenemos grandes preocupaciones, si hemos hecho demasiadas actividades en un mismo día... Digamos que podemos considerarlos un barómetro de que nuestro cerebro necesita, sobre todo, descansar y desconectar un poco de nuestro alrededor. Por ello, lo mejor es intentar descansar y dormir lo máximo posible, evitar lugares con mucho ruido pero también el silencio absoluto (o sólo estaremos escuchando los acúfenos, que es lo que nos desespera), relajarnos haciendo actividades que nos distraigan y no centrarnos en ellos.

 

Pero si el volumen es tan fuerte que por la noche te despiertan, no los puedes soportar, te desesperan, te incomodan a lo largo del día, en ocasiones no eres capaz de concentrarte en otra cosa que no sea en ellos o te impiden mantener conversaciones sin cansarte, intenta realizar la terapia desensibilizadora que encontrarás pinchando aquí.

 

La relajación también es fundamental. Túmbate en un lugar cómodo mientras escuchas de fondo una música ambiental (sonidos de la naturaleza), inspira hondo por la nariz durante 8 segundos, retén el aire durante 4 segundos y expúlsalo por la boca lentamente durante 8 segundos. Céntrate en la música y en la respiración, siente cómo entra y sale el aire de tus pulmones y haz un recorrido consciente de todas las partes de tu cuerpo, empezando por los pies y acabando por el cuero cabelludo, relajando cada zona contrayéndola primero y después relajándola...

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Y si de nada te sirve, quédate tumbado, apaga la música y escucha atentamente tu acúfeno. Intenta seguir su ritmo, pensar a qué otro ruido se parece, si varía el volumen y la velocidad a la que suena, intenta pensar en canciones que tengan el mismo ritmo, "utilízalo" para repasar mentalmente alguna retahíla, poesía, relato corto o incluso la lista de la compra. Convierte a tu acúfeno en tu "amigo".

Para los vértigos

Los consejos para evitar, prevenir, advertir, superar y, sobre todo, para no sufrir emocionalmente durante y tras un vértigo, es la tarea más complicada, pues no todos lo sufrimos del mismo modo. No obstante, empecemos por distinguir entre los que podemos comunicarnos a pesar del vértigo y los que no.

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En caso de no ser capaz de comunicarte con los demás cuando te da un vértigo, puedes llevar una pulsera (por ejemplo, tipo esclava) en la que se lea tu nombre y síndrome de Mèniére. Así, sólo con enseñarla, las personas que te atiendan sabrán tu nombre y lo que te pasa, lo cual vendrá muy bien para que te puedan asistir mejor.

 

También es recomendable llevar siempre una pastilla que te ayude a aliviar los síntomas del vértigo. Si no tienes este tipo de medicación que debe generar bienestar, sino inmediato, relativamente rápido aunque luego sea lenta la evolución de la mejoría, pídesela a tu especialista y lleva varias en un pastillero siempre encima allá donde vayas.

 

Un vértigo se ve venir o llega de repente, por lo que hay dos formas de reaccionar y de enfrentarse a él, dependiendo de lo preparado/a que estés en ese momento para pasar por ello:

 

  1. Cuando lo puedes predecir, los oídos se taponan, tienes la sensación de ir en un barco, a veces ves doble de lejos, en ocasiones toleras menos la luz, te puede dar presión y dolor de cabeza, empiezan las náuseas, el volumen de los acúfenos aumenta, la hipoacusia empeora… y entonces te da el vértigo. Pues bien, antes de que te dé, pueden pasar dos cosas: que estés rodeado/a de gente que no conoces o de gente conocida; en cualquiera de los dos casos, avisa de que te va a dar un vértigo para que te ayuden a sentarte/tumbarte moviendo lo menos posible la cabeza e intenta explicarles que tienes síndrome de Mèniére y que te está dando un vértigo. Si necesitas una bolsa para vomitar, algo que te abrigue porque tienes frío o quieres avisar a alguien para que te recoja, son las únicas explicaciones que debes dar a quien te rodea, el resto del tiempo debes emplearlo en respirar profunda y lentamente por la boca (así te será más fácil no vomitar, controlar las náuseas y relajarte) y olvidarte de todo y todos los demás. Respecto a la respiración, intenta hacerla a través de la boca inspirando lentamente contando hasta cinco e inflando todo lo que puedas el vientre, para luego aspirar el aire suavemente como en un silbido contando hasta cinco. Si puedes, aumenta el tiempo de inspiración contando hasta ocho y aspirando hasta ocho. Concéntrate en el aire que inspiras, el vientre que inflas y no en tu cabeza, ojos y mareo, verás cómo te relajas.

  2. En el caso de que te dé de repente, intenta también avisar a tu alrededor de que te está dando un vértigo, que te ayuden a sentarte/tumbarte sin mover la cabeza, si necesitas algo pídelo, pero no des más explicaciones de las necesarias y céntrate en tu respiración, en tu vientre y no en tu cabeza, ojos y mareo. Sigue los mismos pasos que cuando sí ves venir el vértigo.

 

Si el vértigo persiste más de media hora y te encuentras fuera de un domicilio o en un lugar muy transitado y peligroso, incómodo o ruidoso, lo mejor es solicitar que llamen a una ambulancia para que te acerquen a un hospital donde te pueden proporcionar lo necesario para que se te pase rápido y puedas descansar.

 

Cuando en lugar de un vértigo te da un Tumarkin (un vértigo repentino que dura pocos segundos pero te suele tirar al suelo), aunque parezca imposible sí se puede evitar una mala caída que nos ocasione daños peores que el propio vértigo, pero para eso sólo se puede prevenir haciendo deportes como el pilates o el yoga en el que te enseñan a conocer tu cuerpo, dónde está tu equilibrio e incluso a caer. Tener un tono muscular aceptable es también recomendable para evitar daños mayores, para lo cual es muy apropiado andar mucho todos los días y hacer estos deportes que hemos mencionado.

Otros consejos

Es recomendable descansar mucho y bien, especialmente en las épocas de crisis de vértigos, observar detenidamente los síntomas que se padecen para lograr controlarlos mejor a través del reconocimiento de los mismos, asumir poco a poco la enfermedad, disminuir el estrés cotidiano y olvidar lo antes posible cómo era la vida antes de tener síndrome de Ménière, pues la vida cambia para todos y hay que asumirla como nos llega.

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Además de disminuir el estrés, se deben evitar siempre los sitios ruidosos independientemente del volumen de tus acúfenos. No tener hiperacusia o escuchar los acúfenos no muy altos, no quiere decir que en un futuro, si no se sigue este consejo, puedan aparecer estos síntomas de manera severa.

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Es fundamental beber mucho agua y evitar la sal en las comidas, las bebidas con cafeína y la "comida basura".

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El hecho de que exista un posible problema de bruxismo (hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, por la noche o durante el día, sin un propósito funcional, que puede conllevar dolor de cabeza y de los músculos de la mandíbula, cuello y oído) también puede perjudicar a las personas con hiperacusia. Se recomienda, pues, acudir al dentista lo antes posible.

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Y lo mismo ocurre con las contracturas musculares en la zona cervical, debiendo procurar evitarlas acudiendo a un especialista.

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