Síndrome de Ménière
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Ayudas técnicas auditivas
Para los pacientes con síndrome de Ménière, y sólo hasta donde yo sé (por eso siempre es mejor preguntar a un experto), los especialistas nos pueden ayudar técnicamente a mejorar nuestra audición de dos formas: a través de audífonos o de implantes cocleares, dependiendo de la pérdida auditiva que tengamos, la edad y otros factores que sólo ellos pueden valorar para recomendarnos una u otra ayuda, las dos o ninguna si es inviable por cualquier motivo (la pérdida de audición no es lo suficientemente alta como para recurrir a esta ayuda o tenemos otras complicaciones añadidas que impedirán que obtengamos el mayor beneficio a su uso, por ejemplo).
DIFERENCIA ENTRE UN AUDÍFONO Y UN IMPLANTE COCLEAR
Audífonos
Un audífono es un aparato que mejora la percepción del sonido, colocándose en la oreja y sin que requiera de intervención quirúrgica.
Primero se determina qué tipo de pérdida tiene el paciente y luego se elige entre los distintos tipos y tamaños que existen, en función de las necesidades y la pérdida auditiva del usuario. Normalmente es la primera ayuda técnica que se adapta cuando se detecta una pérdida auditiva para ver si la persona responde bien a su uso.
Son recomendables para personas con pérdidas de cualquier tipo, siempre y cuando presenten restos auditivos que les permitan beneficiarse del audífono, previo estudio audiológico.
Como consecuencia de los diferentes grados de pérdidas auditivas que pueden producirse, existen distintos tipos de audífonos con unas determinadas características. Estos variarán en función de cada persona en particular, con el fin de adaptarse mejor a ellos y lograr el máximo beneficio a la hora de llevar a cabo una rehabilitación auditiva específica.
Los audífonos han experimentado una enorme evolución a lo largo del tiempo y, actualmente, tienen unas características eléctricas y acústicas determinadas (ganancia de audición, consumo y duración de la pila, dispositivo de entrada del audio...), así como una serie de ajustes de cara a lograr el mayor resultado óptimo posible.
Un audífono funciona de la siguiente manera:
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Capta la señal acústica por medio del micrófono.
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La convierte en una señal eléctrica.
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Las diferentes frecuencias recibidas, se van filtrando y se convierten en una señal digital.
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Esta señal digital se procesa en la unidad central del audífono y es en el auricular, o en el vibrador, donde se convierte finalmente en sonido o en vibración respectivamente.
Existen distintos tipos de audífonos y es necesario valorarlos todos para encontrar aquel que puede darnos el mayor beneficio. Entre ellos, los más destacados actualmente son:
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Audífonos intrauriculares: son aquellos cuyo tamaño y fabricación suelen ser personalizados, ya que van dentro del oído externo, adaptándose a él. El inconveniente es que no cuenta con las características de potencia y amplificación necesarias para cubrir pérdidas graves. También
podemos encontrarnos los audífonos que van dentro del
conducto auditivo, como el que vemos en la imagen 1, siendo
mucho más estéticos y con un mayor rendimiento, aunque
tampoco son aconsejables para pérdidas graves.
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Audífonos retroauriculares: son los más conocidos y
tradicionales, aquellos que se colocan detrás de la oreja (imagen
2)y se adaptan para conseguir evitar el acoplamiento acústico (es
decir, evitar que el sonido sea captado por el micrófono para ser
amplificado de nuevo). Este tipo de audífono es el más indicado
para las pérdidas severas y profundas. Tal vez, el mayor
inconveniente que tiene es su aspecto estético, que puede ser
rechazado en algunos casos, pero por este motivo suelen
disponer de distintos colores y tamaños en todas las marcas que hay actualmente en el mercado.
Para elegir entre un tipo u otro de audífono, se deben tener en cuenta una serie de factores:
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Edad: cuanto más joven es el paciente, a pesar del tipo de pérdida que se tenga, será más fácil que el oído se adapte a un audífono.
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Tipo de pérdida auditiva: las actuales pruebas para diagnosticar la pérdida auditiva (suelen ser las audiometrías) permiten adaptar los audífonos de manera personalizada para cada paciente, pudiendo averiguar si la pérdida afecta a uno o a los dos oídos y el grado de pérdida que se tiene.
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Grado de pérdida auditiva: este parámetro también determinará cuándo se deberá plantear el uso de un audífono.
Existen también otro tipo de ayudas técnicas auditivas que, según el fin
que persigan, nos pueden ayudar ante una pérdida de audición severa o
profunda. En estos casos, por ejemplo en el ámbito laboral, nuestra
audición se puede ver mermada, a pesar del uso de los audífonos, a causa
del número de personas presentes en una reunión, la amplitud e
insonorización de la sala y otros factores que no dependen de nosotros y
que disminuyen la intensidad de recepción del mensaje. A esto hay que
sumarle el posible ruido de fondo (por ejemplo el de un proyector), las
conversaciones entre los asistentes, etcétera. Para paliar este problema, se
emplean sistemas de frecuencia modulada (FM), como el de la imagen de
la derecha, lo que supone una gran ayuda en la integración socio-laboral
del usuario (pregunta a tu audioprotesista sobre esta herramienta).
Estos sistemas consisten en un micrófono (lo alargado), que se puede colocar en medio de la mesa donde se va a realizar la reunión (lo mismo podríamos hacer por ejemplo en una comida o reunión familiar), que tiene una determinada frecuencia que recibe el transmisor que tiene el paciente (lo que parece una radio), recibiendo el mensaje directamente a través de sus audífonos (gracias al chip que se incluye en el audífono y que se puede observar en el detalle que hay arriba a la izquierda de la imagen) de una manera mucho más clara.
Imagen 1
Imagen 2
Así es cómo se ve por dentro un audífono intrauricular, sin llegar a rozar el tímpano y sin que se aprecie a penas desde fuera.
Implantes cocleares
Cuando la pérdida de audición de una persona con síndrome de Ménière es severa o profunda (esto sólo nos lo puede confirmar un especialista, no siendo justificadas las sensaciones subjetivas de cada paciente sobre lo sordo o sorda que cree que estar), en algunos casos los audífonos ya no ayudan o ayudan muy poco, por lo que se puede sopesar el uso de un implante coclear (IC).
Éste permite a las personas con sordera severa o profunda volver a oír. Es un tratamiento seguro, fiable y eficaz que proporciona al usuario una nueva sensación de audición, que mejora claramente su calidad de vida.
Este dispositivo electrónico es capaz de convertir los sonidos en series de señales eléctricas que estimulan las fibras nerviosas en la cóclea (estructura situada en el oído interno que contiene el órgano del sentido de la audición) para permitir el reconocimiento del habla y los sonidos.
Como vemos en la imagen, los IC constan de dos partes:
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Una se implanta quirúrgicamente dentro del hueso
temporal que rodea el oído y que incluye un estimulador-
receptor que acepta, decodifica y luego envía una señal
eléctrica al cerebro.
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La segunda es un dispositivo externo, que consta de un
procesador de sonido con una bobina, donde se recibe
el sonido, lo convierte en una señal eléctrica y lo envía a la
parte interna del implante.
Estéticamente, un IC se vería así:
La tecnología y fiabilidad en ambos es la misma, sólo cambia la forma externa en la que, como vemos en la imagen de la izquierda, el procesador de audio es retroauricular, por lo que va situado detrás de la oreja (es más difícil que se caiga, por lo que está indicado especialmente para los niños), mientras que el tipo de procesador de la imagen de la derecha, se trata de una unidad compacta y más discreta (suelen colocarlo más atrás de la oreja, separado lo suficientemente de ella para asegurar la comodidad de quienes lleven gafas).
Algunos datos interesantes sobre los IC:
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Son dispositivos médicos que omiten las estructuras dañadas en el oído interno y estimulan directamente el nervio auditivo. Se implantan quirúrgicamente para mejorar la audición en las personas con pérdidas auditivas severas o profundas y pueden crear una gama de sonido, pero no reemplazan la audición normal.
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La elección de utilizar un IC o no, no sólo dependerá de la decisión del paciente, sino que requiere la valoración profesional de distintos especialistas (un médico y el otorrino asociado a una clínica de implantes cocleares).
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Los IC se pueden usar en niños desde los 12 meses hasta cualquier edad adulta.
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No están indicados para todas las personas con problemas de audición o sordas. No se recomiendan, por ejemplo, en aquellas personas que aún puede manejarse bien con los audífonos.
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Los candidatos ideales son motivados a trabajar duro en su rehabilitación después de la cirugía. Es útil tener un buen apoyo familiar y acudir frecuentemente a la clínica, con el fin de hacer continuamente viajes de seguimiento para la elección y los ajustes.
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Los ajustes, también llamados “mapeos”, son una parte integral y esencial de la rehabilitación con IC. Los mapeos los hacen otorrinos capacitados y con ellos ajustan el procesador de voz para ayudar a mejorar la audición.
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El rendimiento del IC varía. Se suele oír mejor con el paso del tiempo y con mucha práctica.
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El uso del teléfono después de la cirugía varía entre los usuarios. Algunas personas se conectan directamente al procesador del habla, otros sostienen el teléfono en la oreja y algunos no son capaces de utilizar el teléfono cómodamente después de su implante.
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Ya están disponibles IC resistentes al agua, pudiendo incluso nadar con ellos (actualmente se recomienda no utilizarlos en el momento de la ducha y para dormir por la noche).
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El costo de los implantes cocleares varía mucho en función del país y el tipo de sanidad, pero hay que tener en cuenta, no solo el gasto de la cirugía y el implante en sí (pues en España ningún seguro médico cubre el implante pero algunos sí la cirugía), sino también el mantenimiento del mismo.
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Una variedad de dispositivos de asistencia se pueden combinar con los IC para mejorar su eficacia. Por ejemplo, los cables de conexión se pueden conectar a procesadores de voz para dispositivos de ayuda auditiva. E incluso se puede utilizar, como con los audífonos, el sistemas de frecuencia modulada (FM), utilizando un micrófono de mano direccional para mejorar la audición en ambientes ruidosos, igual que ocurre con los audífonos.
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Más de 188.000 personas de todo el mundo utilizan actualmente IC.
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Se puede utilizar un IC en un oído, en los dos, o en un oído un IC y en el otro un audífono.
Por último, como para usar un IC se necesita realizar una cirugía que conlleva sus riesgos y luego hay que seguir un proceso de rehabilitación y adaptación para su uso, podemos tener en cuenta los cuatro pasos que se siguen para saber si podemos recibir este dispositivo:
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EVALUACIÓN: Con el objetivo de valorar si el paciente puede recibir un IC (no sólo por pasar por una cirugía, sino porque luego la rehabilitación auditiva debe resultar efectiva para que mejore su calidad de vida gracias a la mejoría, a su vez, de su capacidad auditiva), se someterá a una serie de pruebas rutinarias antes del implante. Estas pruebas permiten que el equipo de IC identifiquen algún factor o necesidad adicional. La evaluación permitirá también a los profesionales informarle adecuadamente sobre cuáles deben ser sus expectativas. Estas pruebas frecuentemente incluyen evaluaciones médicas, audiológicas (audiometrías) y radiológicas (radiografías).
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IMPLANTACIÓN: La intervención quirúrgica dura normalmente entre una y tres horas, requiere la aplicación de anestesia general y los riesgos asociados son similares a los de otras intervenciones en el oído. Los pacientes suelen ser dados de alta al día siguiente de la intervención, aunque la estancia en el hospital puede variar de uno a varios días, en función de las necesidades concretas del paciente y de las prácticas locales al respecto.
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ACTIVACIÓN: Aproximadamente tres o cuatro semanas después de la implantación, el paciente es citado para recibir la parte externa del IC, es decir, su procesador de audio. Un audiólogo lo programará/ajustará a cada persona individualmente y este programa contendrá los parámetros que permiten ajustar el tono, la intensidad y la cadencia del sonido. A menudo, configurar un programa ideal por primera vez requiere varias sesiones de ajuste, para ir ajustando progresivamente los parámetros.
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PROGRAMA DE SEGUIMIENTO: Un elemento esencial para aprender a entender los sonidos y para desarrollar las habilidades de audición y del habla son las sesiones de entrenamiento comunicativo regulares con un/a logopeda. La terapia auditiva puede centrarse en ayudarle a reconocer la forma nueva en la que se escucha y más detallada en que suenan las cosas, en comparación con los sonidos limitados que el usuario pudiera haber conocido con los audífonos o sus oídos sanos anteriormente.
WEBGRAFÍA:
Así es cómo se ve por dentro y por fuera un IC con procesador de audio retroauricular.
Procesador de audio retroauricular, con micrófono direccional y reducción del ruido del viento
Procesador en una sola unidad, con diseño
compacto todo en uno, cómodo y discreto.