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Imagen 1

Imagen 2

Cuantas más piedras pongan en mi camino,

más alto construiré mi castillo

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El 22 de septiembre de 2016 comencé la segunda tanda de

rehabilitación después de la operación -la primera la hice días

después de la operación- para mejorar la percepción óculo-

motriz. El control de la inestabilidad, la direccionalidad, las

náuseas, el mareo, los vértigos y todo lo demás lo tenía

"controlado".

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Me advirtieron de que esto que me quedaba por superar iba a

ser lo más difícil de todo este proceso y que me iba a suponer

mucho más tiempo y esfuerzo que todo lo que había invertido

hasta el momento en todo lo demás. Ese mismo día, una

especialista en rehabilitación vestibular se equivocó, me metió

mucha más caña de la que mi cerebro permite y remató

sugiriéndome un ejercicio que tardaré mucho en poder realizar

y que me perjudicó mucho al hacerlo prematuramente (mi

cerebro aún no estaba ni está preparado). Esto supuso volver

a estar dos semanas en la cama, recurrir de nuevo al bastón (y

no he vuelto a utilizar silla de ruedas porque a mi alrededor no

me lo han permitido para no dejarme vencer) y un retroceso

del que psicológicamente aún me estoy recuperando.


Sin tirar la toalla, aún habiendo llorado mucho, no he dejado

de intentar cumplir mi objetivo, que es recuperarme cuanto

antes y lo máximo posible. Es por eso que, efectivamente, la

diferencia no está en la piedra, sino en cómo he decidido seguir hacia delante. Deprimida, en muchas ocasiones desesperanzada, preocupada por cómo les hacía sentir a los de mi alrededor que me veían mal y desanimada, pero siempre pensando en continuar avanzando sin descanso a pesar del mal trago de volver a verme mal.

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Este revés provocó que decidiera no seguir la rehabilitación donde la estaba haciendo, que por cercanía a mi domicilio me era más cómodo, y la continué en el mismo hospital donde me operaron. Allí volví por segunda vez a aprender a andar, a girar en un pasillo, mover la cabeza...

Entre la imagen 1 y la 2 han pasado cuatro meses. Ahora vuelvo a poder hacer lo mismo que hacía un mes después de operarme, sólo que necesitando mayor concentración y esfuerzo, pues he perdido otra vez mucha estabilidad, tono muscular y seguridad.

 

He de decir que este ejercicio lo he estado repitiendo prácticamente todas las semanas desde hace tres años (antes de ponerme mala en febrero), haciendo además un montón de variaciones (ésta de la imagen es la más sencilla, ponerse encima con los brazos en cruz), por lo que no es comparable con alguien que nunca lo haya intentado. Es, de hecho, el ejercicio más parecido a un posturógrafo que podemos hacer en casa, con la desventaja que hay que tener muy en cuenta de que nada nos impide caer y es más peligroso. Desde hace años hago un entrenamiento específico para el control del equilibrio y hay ciertos ejercicios que dominaba bien porque son muy útiles para controlar la inestabilidad en la vida diaria. La diferencia es que en el mes de julio me subía ahí sin problemas y, cuando me bajaba, con andar un poco en línea recta se me pasaba la inestabilidad... y ahora tardo un día en recuperarme y, cuando entreno o hago una sesión de rehabilitación, ese día no puedo hacer ninguna otra actividad.

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Lo más duro de esta etapa de recuperación ha sido "perder el tiempo y tanto esfuerzo" por culpa de la incompetencia de una persona. Soy de las que opina que un médico es ante todo persona y, como tal, se puede equivocar, pero la faena que me hizo esta mujer fue grande. Me cuesta asimilar cómo me pudo pasar esto. No estaba preparada, no lo vi venir y llevaba un ritmo de recuperación, gracias al esfuerzo que estaba haciendo, que no he podido recuperar. Ya había llegado al punto en el que no me podía recuperar tan rápidamente como al principio, pero seguía avanzando a buen ritmo, con ganas, buen humor y esperanza. Con otro humor, no me queda otra que seguir avanzando, pero con un agotamiento físico y mental importante, aunque con la idea clara de que esta piedra en el camino me hará llegar lejos, porque al ir ahora más lento puedo afianzar mucho mejor todos los aprendizajes que consigo cada día.

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Si saco algo en positivo es todo lo que estoy aprendiendo durante este año en muchos sentidos, además de haberme dado cuenta de todas las herramientas de las que dispongo para superarme cada día, así como las personas que tengo a mi alrededor que me están ayudando a no rendirme. A ellas, que saben quiénes son, les doy las gracias.

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Esto sigue, no ha terminado y no pienso parar...

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Continuará.

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